Sí, digo bien, ella lo encontró a él.
Todo fué por casualidad, pero cierto es, ahora ke lo veo todo dsd la claridad k da la distancia, k todo estaba perfectamente tejido por la aleatoria y decidida (a veces cruel) mano invisible del destino.
Todo se rodeó akella tarde, plúmbea y gris para k akellas dos almas (no en pena, kiero pensar) tuvieran a bien coincidir en akel extraño lugar.
Ella, toda en blanco y negro (a juego con la tarde, claro, cómo le gustaba conjuntarse entonces!!), apareció por absoluta casualidad, en akel garito inmundo, lleno de idiotas varios, desposeídos de la tierra, avanzando despacio, con los tacones d aguja (k tanto daño le hacían), sin ninguna pretensión.
Un pitillo no encendido en la eskina de la boca, el fedora a medio calar, por akello de no llamar mucho la atención y Dior generosamente repartido a discreción.
Él no la vió, claro está, el Páramo era ancho, vasto y ensombrecido por la eterna niebla y los viles parrokianos, y Cathy venía disfrazada de Lauren...
Pero Ella, justo antes de dar un portazo, en un intento pueril de no echar a perder la hostil tarde, barrió con las pestañas el fondo del tugurio y... entonces ... lo vió.
Llevava el pelo suelto, negro, como el corazón de Ella, el gesto torcido y una ceja arkeada.
Cathy, con los labios d Bacall, le sonrió, con esa sonrisa k sólo le sale algunas veces.
Akella era la ocasión.
Y el gris se les tornó azul, azul Bizancio, luego del violeta, pasaron al rojo, rojo acantilado, Ella incluso, besó el blanco, blanco de lino y vapor, de noches de Pireo, eternas y descalzas, bailando sin música.
De esto hace ya años, kién lo diría??
Sobrepasados por un mar d corrientes caprichosas, agarrados el uno a la otra, como a un salvavidas, tniendo en cuenta k Ella no sabe nadar...ahí están, los dos.
Y ahí siguen, como el rio sigue su curso al mar, a pesar de todo, sorteando las bajadas, las crecidas, las calderas k, a veces no se ven, pero están ahí, dormidas, no muertas, latentes esperando el momento de surgir y dejar una nueva isla en el mapa, para k alguien le ponga un nombre y ya nadie pueda decirles k no existen.
Heath y Cathy son eso, a pesar d todo y de todos, dos islas, no se tocan pero comparten un nombre, un lugar y un espacio.
Mientras haya borrasca en las Cumbres...
miércoles, 3 de febrero de 2010
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